No siempre la planilla de cálculo funciona como deseamos. Si un error genera
frustración, existen varias herramientas para salir adelante.
Esta tercera entrega sobre preguntas no técnicas frecuentes es la continuación de
otros dos artículos publicados en las últimas semanas y está relacionada con la frustración.
A todos nos pasó alguna vez que una fórmula haya arrojado un resultado distinto al
buscado: #¡REF!, #N/A, #¡VALOR!, #¿NOMBRE?, #¡DIV/0! o un resultado equivocado.
También nos pudo haber pasado que, ante un pedido urgente que desencadena sin
mucha planificación previa un cambio en una planilla, se arme una referencia circular.
O, pensando en situaciones que nos ponen a prueba, pudimos haber encontrado
vínculos rotos.
En esas situaciones, lo primero que hacemos es intentar remediar el problema, generalmente presionados aún más que antes por los tiempos. A veces el arreglo sale
bien y salimos adelante airosos. Pero otras veces, inclusive después de las
modificaciones, vuelven a aparecer resultados no deseados, lo cual desemboca en
frustración. Esa emoción surge de la imposibilidad de satisfacer una necesidad o un
deseo, lo cual provoca sentimientos de tristeza, decepción y desilusión. Si bien la frustración aplica a diferentes situaciones de la vida cotidiana, en este artículo nos
enfocamos en lo que puede ocurrir durante el desarrollo de planillas de cálculo, que buscamos que sean ágiles y eficientes.
Como primer elemento, debemos identificar en qué circunstancias nos invade la
frustración al desarrollar una planilla de cálculo, suponiendo que esto efectivamente nos ocurra, ya que no todos reaccionamos de la misma manera. Debemos analizar cuál es el contexto en ese momento, qué personas están involucradas y qué hechos puntuales la desencadenaron.
Puede pasar que no podamos identificar hechos concretos, salvo que el resultado
buscado no es el que necesitamos o deseamos. Entonces, en ese caso, debemos
detenernos a pensar por qué nos sentimos como nos sentimos. Debido al estado
actual, puedo estar “viendo” o “sintiendo” una situación como peligrosa o amenazante
cuando en realidad no lo es. En este caso, estamos ante una visión distorsionada de la
realidad.
Lo fundamental es frenar los pensamientos que generan esa emocionalidad para no perder la calma.
Por ejemplo, al ver que el resultado de mi planilla de cálculo no es el correcto,
comenzamos a frustrarnos debido a que le prometimos la planilla a un nuevo cliente o
a un superior para una fecha determinada. La preocupación por no cumplir nos altera.
Nos adelantamos a las consecuencias de este retraso, imaginando la pérdida deconfianza de quien nos ha pedido la planilla. Sin embargo, también es factible que
resolvamos el problema a tiempo, o que una demora mínima de la que nos hagamos
cargo con responsabilidad no altere la relación con el cliente o el superior. Es decir,
tomar conciencia de que imaginamos de entrada lo peor, cuando en realidad pueden
pasar también otras cosas mucho menos graves, es una forma de reducir este
sentimiento de frustración.
La buena noticia es que esto tiene solución: sólo hay que trabajar sobre aspectos
puntuales de la emoción que generan esta percepción y que derivan en frustración al
construir la planilla de cálculo. Algunas herramientas que necesitamos tener cerca para “aliviar” la frustración son: comenzar a utilizar técnicas de relajación, tener a mano un listado de instrucciones concretas para esta emoción cuando aparece, pedir ayuda a alguna persona que pueda orientarnos para solucionar el problema concreto en el uso de la planilla de cálculo.
Lo fundamental en un primer momento es frenar los pensamientos que generan esa
emocionalidad para no perder la calma. En muchas ocasiones, analizar el problema con
otra persona, que nos puede dar otra visión de la situación, es un buen comienzo.
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